lunes, 4 de noviembre de 2013

"Burbuja Vehicular"

Hola a todos.

Los peruanos, en estos tiempos, andan más preocupados en conocer, si en la economía peruana existe una burbuja inmobiliaria, que podría estar afectando los precios de mercado  de las viviendas y no se fijan mucho en si existe una burbuja que pueda estar afectando el mercado de automóviles. Hay que recordar que el precio de mercado de un activo está conformado por su valor intrínseco más el valor subjetivo o especulativo que su propietario pueda tener sobre el mismo y que está condicionado al precio de compra del mismo y las expectativas macro-económicas que hay en el momento de la estimación.

No hay que ser un erudito para poder, por lo menos, pensar en que se podría haber formado una burbuja inmobiliaria en el país, principalmente en las ciudades más grandes, las cuales han experimentado en los últimos años, un boom constructor a todo nivel, desde viviendas hasta infraestructura vial, la cual, aunque sigue siendo escasa, ha contribuido a aumentar los precios de forma dramática, generando ganancias para los tenedores de tierras o viviendas y dolores de cabeza a aquellos que aún no han podido comprar una casa por primera vez.

Pese a lo apuntado, la idea central de este artículo, no pasa por dilucidar si estamos viviendo una burbuja inmobiliaria o no, sino más bien, busca analizar, si estamos viviendo en una burbuja vehicular, algo que podría ser aún peor para el bienestar de los ciudadanos.

Pero el lector se preguntará, que vendría a ser una burbuja vehicular?, es una burbuja del sector vehicular?; y sí que lo es, pero con matices que la hacen muy particular y diferente de una potencial burbuja inmobiliaria.
A continuación buscaremos explicar porque pensamos que existe una burbuja vehicular en el Perú y en particular en Lima, ciudad en donde he vuelto ha residir recientemente.

El primer punto pasa por el vertiginoso crecimiento del acceso a crédito que se ha experimentado en los últimos años en el país, en línea con el potente crecimiento del PBI; sin embargo, la tesis apunta a que el otorgamiento del crédito no necesariamente está bien definido; es decir, que las personas favorecidas con dicha facilidad, no necesariamente están familiarizadas con lo que representa tener un automóvil y mantenerlo. Lo aclaro más todavía, ser sujeto de crédito per se, no garantiza, para nada, que serás un buen usuario del vehículo que estás adquiriendo, porque en este caso y a diferencia, de la compra de una vivienda, el buen uso que le puedas dar a este activo repercute directamente en el bienestar colectivo de las personas con las que tienes que buscar armonizar diariamente. En otras palabras, si eres un incivil al volante, seguramente harás infelices a todas las personas que se crucen en tu camino y la falta de cuidado y mantenimiento harán que el valor de dicho activo disminuya rápidamente, tan rápido, que si en un tiempo, lo quisiera vender en el mercado de usados, no alcanzaría lo recaudado para pagar el saldo del préstamo bancario.

Segundo, la demanda real por conseguir un automóvil nuevo ha aumentado mucho; solamente este año en el Perú se venderán entre 160,000 a 180,000 nuevas unidades vehiculares. Este número es simplemente grosero si consideramos que no hay un adecuado plan de chatarreo para las unidades obsoletas o que el mercado de segunda mano continúa creciendo sin control. Seguramente llegará el día que intentemos sacar el carro del garaje y no podamos hacerlo porque ya hay un embotellamiento en nuestra calle. Entiendo que las personas demandan vehículos nuevos como una búsqueda de la mejora de su estatus socio-económico, aunque me asalta la pregunta de si es realmente necesario para su vida diaria, realizar esta adquisición. Hace diez años, las personas que compraban un automóvil por primera vez, miraban mucho más, el mercado de autos usados, cuyo valor es, intuitivamente, menor al de uno nuevo. Entonces, ahora, al buscar comprar uno nuevo, las personas están dispuestas a desembolsar una cantidad mayor de dinero o por supuesto, a endeudarse por una mayor cantidad. En este apartado se me ocurre otra interrogante: Estas personas que utilizan un crédito vehicular para realizar la compra tienen la suficiente capacidad financiera para llevar a cabo un plan de pagos de forma exitosa?, o simplemente la compra obedece a la satisfacción de un deseo personal y considerando el respaldo económico de saber que se tiene un trabajo con el cual solventar la deuda, pero y que pasa si se pierde el trabajo?; Estas personas serían, en este nuevo normal, lo suficientemente diligentes para seguir pagando?. Recordemos que este caso difiere mucho del inmobiliario por la cantidad de automóviles nuevos que se unen al parque automotor año a año.

Tercero, la Infraestructura vial es insuficiente y deficitaria a todo nivel, esto hace, que el disfrute de conducir un vehículo recién estrenado disminuya muchísimo. Como ejemplo, pongo a un amigo cercano que se compró una moderna camioneta para utilizarla como medio de transporte diario; sin embargo, hoy, tres meses después de haberla adquirido, está un poco desilusionado de la decisión porque el automóvil que compró con no poca inversión, se ha transformado en su cárcel privada de lunes a viernes, ya que es el lugar donde pasa un promedio de 2 a 3 horas diarias, víctima del tremendo tráfico vehicular que le toca sufrir para llegar desde su casa en La Molina hasta su trabajo en el Callao. Muchos dirán que ponga música y se relaje, si claro, eso puede pasar la primera y segunda semana, pero después comienzas a preguntarte si un vehículo ostensiblemente más barato, no te podría dar la misma satisfacción o mejor dicho “insatisfacción”. Se ha sumado el, entonces, a la larga lista de ciudadanos que tienen el hígado en la mano mientras manejan, maldiciendo el día en que se compraron el vehículo, el mal estado de las pistas, la mala infraestructura vial, el pésimo plan de transporte público, la mala coordinación del municipio y la policía, los malos modales de los otros conductores, el clima, la baja aprobación de Humala, en fin, de cualquier cosa, con tal de descargar su ira contenida.

Entre las soluciones que propongo para mejorar el tráfico de las grandes ciudades está el ordenamiento vehicular a partir del último dígito de la placa de rodaje, como se da en otras capitales de América del Sur. Por ejemplo, los días martes los vehículos inscritos cuya matrícula termine en 3, no podrán circular y así subsecuentemente. Otra solución postergada es la eliminación del transporte urbano llamado “combis” y reemplazarlo por unidades más grandes pero que brindan un servicio troncal o interdistrital.

Podría seguir enumerando más puntos relacionados, pero no es la idea central del artículo. Llegado este punto, me gustaría explicar porque uso el término “burbuja”: Es básicamente debido a que los ciudadanos tenemos y deseamos más carros de los que realmente necesitamos, y no solo porque los precios se puedan haber inflado más allá de lo conveniente, sino porque pareciera que una nueva corriente se ha comenzado a arraigar en esta pujante sociedad.

La moraleja de esta historia, en mi opinión y considerando todo lo antes expuesto, es sugerirles que consideren un automóvil, como un bien utilitario y no como un bien suntuoso que nos da satisfacción y nos diferencia de los demás. Seguramente, al hacerlo, las personas puedan ver con mayor claridad que dicha compra puede que no los deje lo suficientemente contentas en vista de lo mucho que falta para solucionar el complejo problema del tráfico en la gran ciudad, exponiéndose bastante mas a situaciones no deseadas relacionadas con el caos vehicular o la creciente inseguridad ciudadana. Por el contrario, si solo lo consideran un bien utilitario no les costará prescindir de el en determinados momentos con la finalidad de mantener la practicidad de movilizarse en el día a día.


Hasta la próxima.