Hola a todos.
Los peruanos, en estos tiempos,
andan más preocupados en conocer, si en la economía peruana existe una burbuja
inmobiliaria, que podría estar afectando los precios de mercado de las viviendas y no se fijan mucho en si
existe una burbuja que pueda estar afectando el mercado de automóviles. Hay que
recordar que el precio de mercado de un activo está conformado por su valor
intrínseco más el valor subjetivo o especulativo que su propietario pueda tener
sobre el mismo y que está condicionado al precio de compra del mismo y las
expectativas macro-económicas que hay en el momento de la estimación.
No hay que ser un erudito para
poder, por lo menos, pensar en que se podría haber formado una burbuja
inmobiliaria en el país, principalmente en las ciudades más grandes, las cuales
han experimentado en los últimos años, un boom constructor a todo nivel, desde
viviendas hasta infraestructura vial, la cual, aunque sigue siendo escasa, ha
contribuido a aumentar los precios de forma dramática, generando ganancias para
los tenedores de tierras o viviendas y dolores de cabeza a aquellos que aún no
han podido comprar una casa por primera vez.
Pese a lo apuntado, la idea
central de este artículo, no pasa por dilucidar si estamos viviendo una burbuja
inmobiliaria o no, sino más bien, busca analizar, si estamos viviendo en una
burbuja vehicular, algo que podría ser aún peor para el bienestar de los
ciudadanos.
Pero el lector se preguntará, que
vendría a ser una burbuja vehicular?, es una burbuja del sector vehicular?; y
sí que lo es, pero con matices que la hacen muy particular y diferente de una
potencial burbuja inmobiliaria.
A continuación buscaremos
explicar porque pensamos que existe una burbuja vehicular en el Perú y en
particular en Lima, ciudad en donde he vuelto ha residir recientemente.
El primer punto pasa por el vertiginoso
crecimiento del acceso a crédito que se ha experimentado en los últimos años en
el país, en línea con el potente crecimiento del PBI; sin embargo, la tesis
apunta a que el otorgamiento del crédito no necesariamente está bien definido;
es decir, que las personas favorecidas con dicha facilidad, no necesariamente
están familiarizadas con lo que representa tener un automóvil y mantenerlo. Lo
aclaro más todavía, ser sujeto de crédito per se, no garantiza, para nada, que
serás un buen usuario del vehículo que estás adquiriendo, porque en este caso y
a diferencia, de la compra de una vivienda, el buen uso que le puedas dar a
este activo repercute directamente en el bienestar colectivo de las personas
con las que tienes que buscar armonizar diariamente. En otras palabras, si eres
un incivil al volante, seguramente harás infelices a todas las personas que
se crucen en tu camino y la falta de cuidado y mantenimiento harán que el valor
de dicho activo disminuya rápidamente, tan rápido, que si en un tiempo, lo
quisiera vender en el mercado de usados, no alcanzaría lo recaudado para pagar
el saldo del préstamo bancario.
Segundo, la demanda real por
conseguir un automóvil nuevo ha aumentado mucho; solamente este año en el Perú
se venderán entre 160,000 a 180,000 nuevas unidades vehiculares. Este número es
simplemente grosero si consideramos que no hay un adecuado plan de chatarreo
para las unidades obsoletas o que el mercado de segunda mano continúa creciendo
sin control. Seguramente llegará el día que intentemos sacar el carro del
garaje y no podamos hacerlo porque ya hay un embotellamiento en nuestra calle.
Entiendo que las personas demandan vehículos nuevos como una búsqueda de la
mejora de su estatus socio-económico, aunque me asalta la
pregunta de si es realmente necesario para su vida diaria, realizar esta
adquisición. Hace diez años, las personas que compraban un automóvil por
primera vez, miraban mucho más, el mercado de autos usados, cuyo valor es,
intuitivamente, menor al de uno nuevo. Entonces, ahora, al buscar comprar uno
nuevo, las personas están dispuestas a desembolsar una cantidad mayor de dinero
o por supuesto, a endeudarse por una mayor cantidad. En este apartado se me
ocurre otra interrogante: Estas personas que utilizan un crédito vehicular para
realizar la compra tienen la suficiente capacidad financiera para llevar a cabo
un plan de pagos de forma exitosa?, o simplemente la compra obedece a la
satisfacción de un deseo personal y considerando el respaldo económico de saber
que se tiene un trabajo con el cual solventar la deuda, pero y que pasa si se
pierde el trabajo?; Estas personas serían, en este nuevo normal, lo
suficientemente diligentes para seguir pagando?. Recordemos que este caso
difiere mucho del inmobiliario por la cantidad de automóviles nuevos que se
unen al parque automotor año a año.
Tercero, la Infraestructura vial
es insuficiente y deficitaria a todo nivel, esto hace, que el disfrute de
conducir un vehículo recién estrenado disminuya muchísimo. Como ejemplo, pongo
a un amigo cercano que se compró una moderna camioneta para utilizarla como
medio de transporte diario; sin embargo, hoy, tres meses después de haberla
adquirido, está un poco desilusionado de la decisión porque el automóvil que
compró con no poca inversión, se ha transformado en su cárcel privada de lunes
a viernes, ya que es el lugar donde pasa un promedio de 2 a 3 horas diarias,
víctima del tremendo tráfico vehicular que le toca sufrir para llegar desde su
casa en La Molina hasta su trabajo en el Callao. Muchos dirán que ponga música
y se relaje, si claro, eso puede pasar la primera y segunda semana, pero
después comienzas a preguntarte si un vehículo ostensiblemente más barato, no
te podría dar la misma satisfacción o mejor dicho “insatisfacción”. Se ha
sumado el, entonces, a la larga lista de ciudadanos que tienen el hígado en la
mano mientras manejan, maldiciendo el día en que se compraron el vehículo, el
mal estado de las pistas, la mala infraestructura vial, el pésimo plan de
transporte público, la mala coordinación del municipio y la policía, los malos
modales de los otros conductores, el clima, la baja aprobación de Humala, en
fin, de cualquier cosa, con tal de descargar su ira contenida.
Entre las soluciones que propongo
para mejorar el tráfico de las grandes ciudades está el ordenamiento vehicular
a partir del último dígito de la placa de rodaje, como se da en otras capitales
de América del Sur. Por ejemplo, los días martes los vehículos inscritos cuya
matrícula termine en 3, no podrán circular y así subsecuentemente. Otra
solución postergada es la eliminación del transporte urbano llamado “combis” y
reemplazarlo por unidades más grandes pero que brindan un servicio troncal o
interdistrital.
Podría seguir enumerando más
puntos relacionados, pero no es la idea central del artículo. Llegado este
punto, me gustaría explicar porque uso el término “burbuja”: Es básicamente
debido a que los ciudadanos tenemos y deseamos más carros de los que realmente
necesitamos, y no solo porque los precios se puedan haber inflado más allá de
lo conveniente, sino porque pareciera que una nueva corriente se ha comenzado a
arraigar en esta pujante sociedad.
La moraleja de esta historia, en mi
opinión y considerando todo lo antes expuesto, es sugerirles que consideren un automóvil, como un bien utilitario y no como un bien suntuoso que nos da satisfacción y nos diferencia
de los demás. Seguramente, al hacerlo, las personas puedan ver con mayor claridad que dicha compra puede que no los deje lo suficientemente contentas en vista de lo mucho que falta para solucionar el complejo problema del tráfico en la gran ciudad, exponiéndose bastante mas a situaciones no deseadas
relacionadas con el caos vehicular o la creciente inseguridad ciudadana. Por el contrario, si solo lo consideran un bien utilitario no les costará prescindir de el en determinados momentos con la finalidad de mantener la practicidad de movilizarse en el día a día.
Hasta la próxima.